Siempre me ha gustado mucho la noche de San Juan.
Por un lado terminaban las clases y por otro empezaba una imprevisible temporada estival.
La noche de hoy, precisamente, la tenemos provista de una preciosa e inmensa luna llena que nos acompañará dutante la jornada. Pero cierto es que más parece una noche de otoño-invierno en lo que a la temperatura se refiere, y el viento es tan del norte que parece que estamos en enero. El año pasado por estas fechas teníamos una temperatura fantástica y estábamos con camiseta de tirantes.
Aún así, siempre vivimos esta noche con mucha intensidad, yo les cuento a los pequeños que esta es una noche mágica, en donde las brujas salen de sus cuevas a despedir el solsticio de invierno y a dar la bienvenida al solsticio de verano.
Abandonan sus cuevas y desde el Anboto bajan a la ladera del monte y hacen enormes hogueras beben, cantan y bailan con desenfreno. Arrojan a la hoguera todo lo malo, viejo y usado... Y dan paso a lo nuevo.
Es la noche de las brujas, buenas naturalmente, las brujas siempre les digo que son buenas, porque con sus conocimientos de la naturaleza utilizan las plantas para curar a la gente y porque parecen ser seres que disfrutan mucho de la vida, que se la beben a tragos.... Y gente así solo puede ser muy muy positiva y divertida.
Así es que hoy trasnocharemos y con la txokolatada de rigor acompañada por unos cuantos bizcochos nos acostaremos entre el humo de las fogatas y las cenizas del recuerdo de lo ya vivido.
Que la música te acompañe...
Nos vemos en los bares del mundo...
